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domingo, 26 de abril de 2020

Algunos padres miserables

Que sí, hombre, que, como decíamos ayer, estamos hartos de estar hartos. El alivio que se preveía hoy para los niños, y vistas las imágenes que nos mostraban los medios de comunicación, en vez de optimismo para un futuro desenjaule de todos se ha tornado en preocupación. Todo gracias al comportamiento de muchos padres indecentes, que han aprovechado la ocasión para las relaciones públicas; unos padres a los que solo les han faltado las terrazas de los bares, mientras se han despreocupado por completo por lo que hacían sus hijos. A ver en qué confluye el 26 de mayo y siguientes.
Si eso va a seguir así y nos juntamos con esto y lo que venga el dos de mayo, que Dios nos coja confesados, porque el repunte puede ser catastrófico. No es de extrañar que se pida a los centros hospitalarios que no se duerman en los laureles y que dupliquen el número de camas en las UVIs. No hay derecho, hombre, con el sacrificio que estamos haciendo todos, a que unos padres miserables no hayan sido capaz de dar ejemplo a sus propios niños, que no tienen la culpa de nada. Y no es eso, oigan, no es eso. Como para haber llevado a los pequeños a los supermercados, al banco y a la farmacia. Si así se han comportado de insolidarios y mal educados muchos, pero que muchos padres, qué peligros no habrían corrido los niños en esos locales cerrados. Ha sido vergonzoso, y no por el relajo, sino por una evidente mala educación y falta de civismo.
Ahora que, si de falta de ambas cosas se puede calificar a muchos padres, de indecencia manifiesta hay que considerar exactamente igual la propuesta de un alto cargo político instalado en La Moncloa. Se trata, de Daniel Fuentes. Quédense con el nombre, que el capullo apunta y tiene futuro en la izquierda perversa, El jefe de información económica de La Moncloa ha tenido una idea genial, como todas las que tienen estos socialcomunistas: propone un plan inmoral de financiación de la prensa, pero según su credibilidad. O sea, distinguiendo entre los buenos y los malos. Una comisión valoraría quiénes son los unos y quiénes los otros.
Imaginar se puede quiénes integrarían esa comisión. Antes de que se reuniera ya les adelanto desde aquí, quiénes serían los integrantes de la misma y quiénes serían los medios a subvencionar. Este Daniel Fuentes, no olviden, va camino de ser -si no lo es ya- mal bicho, retorcido y baboso odiador.
Es que sin ni tan siquiera haber desarrollado la idea de este Maquiavelo de pacotilla, el Gobierno ya ha repartido en estos tiempos de coronavirus más de doce millones de euros entre las televisiones amigas, entre ellas -y como es de suponer- laSexta, del independentista Roures-, que dirige el ínclito Ferreras, el que trataba de tergiversar desde la SER los atentados del 11M. Por cierto, la esposa de éste, Ana Pastor, que ha creado una agencia -Newtral- para distinguir el bien del mal en la información -¡Que quién es ella para juzgar a nadie, ni a profesionales, ni a medios!- ya se ha llevado un buen pellizco del Gobierno, más de cincuenta mil euros del ala, para que descubra bulos y, es de suponer, que, como el general Santiago, que continúa sin dimitir para borrar la mancha que ha infligido a la Guardia Civil, para desenmascarar a todos los que critiquen al Gobierno. ¡Aquí estamos, tipa!
Si tiran ustedes del hilo, ya se imaginan a dónde irán a parar esas subvenciones, que terminarán en un fondo perdido, que tanto le gustan a Sánchez y a su ViceDos, el comunista. A la TVE de Rosa María Mateos le salen los millones por las orejas, pero si hacen falta más, pues más. El País, el rotativo que parece propiedad privada de Sánchez, y que dirige Soledad Gallego, ya ha entrado en la carrera para obtener subvenciones de esas gratuitas, que falta tiene, y el día del desconfinamiento de los niños nos obsequia con un editorial vomitivo, nauseabundo, rastrero y barriobajero contra laPepé y su presidente, Casado. Mientras más calificativos reciba ese medio, mejores subvenciones. Pero, hay que desenmascararlo.
Esta de la libertad de expresión y el futuro de los medios de comunicación -casi todos en bancarrota- es una guerra, que van a ganar los medios afines al Gobierno, cada día más, por las subvenciones y el miedo que Marlaska les ha metido en el cuerpo. Casado, al que hoy ponía El País a caer de un burro, se está olvidando de esta guerra, y le puede costar muy caro.

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