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miércoles, 10 de junio de 2020

A la caza de don Tancredo

¡Qué va a decir Franco! ¡Pues que él no tuvo la culpa de nada! Normal. El delegado del Gobierno en la comunidad de Madrid se defiende. Está en su derecho. Ha declarado ante la juez del "caso del 8M" como investigado. A él se la suda lo que pasara aquel día con las manifestaciones del 8M, el congreso de Vox, los partidos de fútbol, los de baloncesto y todos los eventos que se celebraron en esa fatídica fecha, públicos o privados. Total, él no es científico y si se equivoca elEnterrador Simón a él que no le cuenten penas, ni le canten cifras de miles de fallecidos y de contagiados por el coronavirus. Pese a que en su informe, el forense plasme que la hecatombe se veía venir.
En su declaración, Franco se juega no solo su futuro por estar investigado, que, acaso, no haya responsabilidad penal, pero sí una prevaricación como un camión de veinte toneladas; más luego, el remordimiento moral y ético, si es que sabe y conoce de esas dos cosas. Bien aleccionado ha acudido al tribunal el tal Franco, porque una palabra mal dicha o mal interpretada por la juez podría poner en un brete al mismísimo presidente del Gobierno, al ministrillo de Sanidad y a su asesor científico, elEnterrador, el que dijo que no le importaría que su propio hijo asistiera a la manifestación, cuando ya conocía la verdad de la peligrosidad y rápida propagación del virus.
Pese a todo, la juez ha resistido a todas las presiones habidas y por haber, procedentes del Gobierno a través de la vergonzosa actuación de la Fiscalía y de la Abogacía generales del Estado. Algún día la Historia juzgará a estos dos estamentos, si no son los propios jueces. ¡A ver si nos enteramos de quién defiende, de una vez por todas a los ciudadanos, que somos los paganos! Ejemplo deberían tomar de la Fiscalía francesa. A los fiscales, que mantienen un silencio vergonzoso y una obediencia sumisa y temerosa al Gobierno, se les debería poner la car más roja que un tomate, con tan solo mirar hacia arriba, a la frontera con el país vecino del norte.
La responsabilidad podría extenderse en cascada, comenzando desde el presidente del Gobierno socialcomunista, Sánchez, hasta el último ministro de los patitos y, principalmente, por los que más promovieron e hicieron lo imposible para que las manifestaciones del 8M se celebraran, como la ministra excajera que repartía boletas para la presencia de mujeres en la manifa, cuando ya ella y todo el Gobierno, sabía lo que se nos podía venir encima y eludió informar de ello a los manifestantes.
Así trataba de zafarse en el Congreso de toda responsabilidad la excajera, tirando las piedras contra la presidenta de la Comunidad de Madrid, la pepera Ayuso. Es excajera, comunista y pertenece a la casta, desde que se asentó con su compañero el payaso Jócker en el casoplón de Galapagar, una de las zonas más privilegiadas de la sierra madrileña.
Estaba visto que esa era la estrategia a seguir. Y cada día más. El Gobierno no responde a pregunta alguna y atiza a la oposición; hasta la acusa de estar planeando un Golpe de Estado para derrocar al Gobierno "legal". ¡Ya le vale! Los que tienen por socios a los comunistas -que quieren romper España-, a los golpistas catalanes, a los terroristas etarras y a los independentistas de las provincias vascongadas. Ahora, se le han unido los Ciudadanos. ¡Vergoncilla!
En efecto, esa es la estrategia: no responder a nada de lo que se le pregunta y terminar zarandeando a laPepé, como si fuera la oposición la culpable de todo, en lo que no ha intervenido para nada. Es la estrategia de atizarle a don Tancredo, una y otra vez. Don Tancredo, en este caso laPepé, sigue aguantando los embates, sin apenas defenderse, sin demostrar al país que el único culpable de la mala gestión de la pandemia y de la caída en picado de la economía es únicamente el gobierno socialcomunista de Sánchez. Pero, como siempre, los demonios de laPepé, sus propios demonios, se lo impiden; además, carece de medios -que los regaló Rajoy a la izquierda- y tampoco sabe -o es que no se le ha ocurrido- crearlos.

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