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martes, 9 de junio de 2020

La indecencia de la Fiscalía y la Abogacía generales del Estado

Aquí, el único que mete ruido y expande un hedor fétido es elViceDos, en nombre del Gobierno socialcomunista del indecente socialista Sánchez. El hijo de su padre, que se ofende porque lo llaman hijo de su padre, acusa a la presidenta de Madrid de criminal, mientras se sacude la responsabilidad, que era suya, de las residencias de ancianos, de las muertes de todos esos ancianos que se fueron con sufrimiento, dolor y en soledad, mientras él se saltaba a la torera la Ley y la cuarentena. Ahora insulta a la Guardia Civil, a la que acusa de hacer informes de recortes de periódicos.
Y lo que es peor, desde el mismo palacio de La Moncloa reclama desmilitarizar a la Guardia Civil, para luego, sin duda, cerrarla, acabar con el Benemérito cuerpo, que, entre otras muchas cosas, plantó cara a la banda terrorista ETA y a todas las bandas terroristas, que intentaron, a través de la violencia y de los asesinatos, que España llegara a ser una democracia.
Eso es lo que le duele al miserable comunista payaso Jócker, el que exista la Guardia Civil y la Policía Nacional. Ya saben, estaba encantado y se le caían las lágrimas de emoción cada vez que veía a un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado pisoteado y vapuleado por los manifestantes de la extrema izquierda, de los suyos. Le producía alegría. Lo mismo le sucede con el Ejército, ni verlo puede, pese a que fue quien le salvó el culo con sus actuaciones en las residencias de ancianos.
Al payaso Jócker comunista solo le interesan los perroflautas, los periodistas paniaguados y apesebrados, los terroristas etarras -estos tenían su número de teléfono como referencia en Madrid- y los que pretenden, como él, romper España, los golpistas catalanes y los independentistas de las provincias vascas.
Encantada estaba tras el Consejo de Ministros la ministra portavoz-lenguatrapo -también apellidada Montero-, acusando a la oposición de estar metiendo ruido y de querer derribar en estas circunstancias pandémicas al gobierno de Pedro Sánchez. Esta técnica ya la utilizan hasta los niños callejeros dirigentes de pandillas para paralizar a sus rivales en cuanto a ver quién manda.
Más quisiéramos ver a una oposición que metiera ruido con los argumentos de la razón. ¡Pero, en dónde está la oposición! Se habrá ido a tomar cañas, ahora que ya se puede. Casado estuvo y está mal asesorado desde el primer momento en que llegó a la presidencia de laPepé. A los complejos del partido se sumaron los suyos propios y los de Rajoy. Y así les va. Ni saben hacer ruido, pese a que laMontero portavoz diga que sí. Ni tienen medios para ello, porque Rajoy y la niña de Rajoy, Sorayita, se los dieron todos a la izquierda, de a gratis. Casado no ha sabido recuperarlos o, lo que hubiera sido más sencillo, crear otros nuevos. Parece que todavía nadie se ha dado cuenta en ese partido de que aquí todo se juega en una "guerra" mediática. Los de laPepé van con arcabuces.
LaPepé no puede permanecer callada, mientras se está produciendo un asalto al Estado desde el propio Gobierno socialcomunista. Las actuaciones de la Fiscalía General del Estado y de la Abogacía General del Estado se han convertido en dos arietes desvergonzados de ese asalto. Ahí tiene que meter ruido, y mucho, Casado. Los españoles no pagamos nuestros impuestos para que esas dos instituciones estén manejadas por un gobierno, cualquiera que sea, y que estos funcionarios de la Justicia, que se están volviendo impúdicos, se dejen "chulear", como les está haciendo el Gobierno.
Al menos, de momento, nos quedan los jueces -algunos, porque el plantel de la Sala Dos del Supremo, la del juez Marchena, se lució con los golpistas catalanes-. Ahí tenemos a la juez Rodríguez Médel, la que lleva el caso del 8M. Pese a las presiones de la Fiscalía y las de la Abogacía del Estado, presiones indecentes, sigue "palante" y se ha negado a sobreseer el caso, en el que mañana tiene que declarar el delegado del gobierno en Madrid, Franco, que lo hará como investigado. A ver qué dice, hombre, del informe de la hecatombe que no solo veía el forense, sino todo el país, aunque algunos con gafas de sol en día nublado. 

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