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martes, 30 de junio de 2020

Los buenos son los malos, y viceversa

Cuando un juez le dice a un ciudadano que si ha tenido una cosa que no es suya lo primero que tiene que hacer es dársela a su verdadero dueño, ya se puede dar por jorobado el dueño ilegítimo. O así debería ser. Pues eso le dijo el juez Castellón al payaso comunista Jócker. Se refería el juez, como es de suponer, a la tarjeta del teléfono de Dina, la exasesora del Jócker cuando éste estuvo en Bruselas en su época de eurodiputado; es más, se cree que el Jócker tuvo en su poder la tarjeta tres meses antes que el expolicía Villarejo, que se encuentra en prisión.
Así que en esas andamos. De las cloacas de Villarejo hemos pasado al "caso Dina" y de este al "caso Iglesias". El Jócker que basó toda su última campaña electoral en el robo del teléfono de Dina y en que lo espiaban las cloacas del Estado, a través del expolicía Villarejo, ha pasado de "perjudicado" a lo que puede ser en breves, y vista la actuación del juez Castellón, posible imputado.
Las cosas se le están poniendo muy oscuras a el Jócker una vez que se ha sabido que tuvo en su poder la tarjeta SD del teléfono de Dina durante meses y que cuando la ha devuelto, recientemente, ésta había sido destruida o semidestruida en un microondas. Pero, es que por medio han trascendido las buenas relaciones, más que excelentes, entre la abogada de Dina y el Jócker, la también podemita Marta Flor, y uno, al menos de los dos fiscales anticorrupción del caso.
Tanto es así que la Fiscalía General del Estado, al frente de la cual se sitúa la exministra socialista de Justicia, Dolores Delgado, ha abierto una investigación al fiscal anticorrupción Stampa. Las investigaciones, que parecen más que fundadas, se orientan hacia que el fiscal Stampa hubiera pasado información secreta y privilegiada a la abogada Marta Flor. De ser cierto, estaríamos ante un caso de extrema gravedad.
El Jócker podría ser, realmente, las únicas cloacas del Estado. De hecho, el juez Castellón ha obligado a que la letrada Marta Flor sea defensora solo de uno de los implicados. El Jócker ha contratado a uno de los mejores abogados penalistas del país, mientras que ha optado por que Marta Flor continúe con Dina. La maniobra del Jócker es buscarse una salida con un buen letrado, mientras controla con Marta Flor a Dina, a la que le ha dado la dirección de un periódico digital de reciente creación, que sigue la línea podemita. El excomisario Villarejo no ha perdido oportunidad y ha acusado desde prisión a los fiscales anticorrupción del caso de ser "felpudo" de los podemitas.
Vamos que aquí está implicado hasta el acomodador del cine. Desde que el dueño de Intervíu le diera -de dónde la sacó- la tarjeta SD del teléfono Dina al Jócker comunista y éste la devolviera deformada a su legítima dueña ya ha llovido. Por el camino se ha ido creando una novela negra con implicación de políticos, periodistas, policías, jueces, fiscales anticorrupción y medias verdades, mentiras y traiciones. Ahora nos queda dilucidar quiénes son los buenos y quiénes los malos. Y, sobre todo, saber si algún día nos enteraremos del contenido de la tarjeta SD, por la que se ha armado todo el revuelo. Mientras tanto, elPresiSánchez, el del Gobierno socialcomunista, se frota las manos.

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