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lunes, 15 de junio de 2020

Sangre hirviendo en la Fiscalía

La inmoral llegada de la exministra socialista de Justicia, Dolores Delgado, a la Fiscalía General del Estado ha causado un gran malestar entre los fiscales de España, menos en los autodenominados "progres". Mucho cabreo. Hay quien se resiste a cumplir sus órdenes y los que lo hacen a regañadientes. Hierve la sangre entre muchos fiscales y, de manera colateral, la de muchos abogados del Estado. Ambos estamentos judiciales han hecho el ridículo pidiendo, porque sí, que la juez del 8M, Médel, sobreseyera el caso. Sin duda quedaron en evidencia, cuando es muy probable que en esos momentos la juez ya lo tuviera en mente. Y queriendo enchironar al Rey emérito, a lo que los letrados del Congreso se oponen a los anhelos del comunista payaso Jócker.
En el juicio contra el mayor Trapero uno de los fiscales se ha librado de la obediencia debida a la fiscal general y ha pedido para Trapero las mismas penas que por sedición impuso el Supremo a los chorizos golpistas que aquellos momentos ejercían de políticos. Ha sido duro el fiscal, como corresponde en el caso que se juzga, contra el sedicioso Trapero, a quien ha acusado de poner a los Mozos de la Escuadra al servicio de los golpistas. No se ha creído el fiscal "la broma" de que Trapero tenía un plan para detener a elPuchi. Vamos, que ha pedido para él prisión incondicional, por chorizo, por ser un golpista más, que se "dedicó a todo menos a impedir el referéndum ilegal" del UnoaCero.
Contra la petición de que Trapero sea sentenciado por sedición se ha manifestado, paradójicamente, el fiscal compañero de Carballo, Pedro Rubira. Éste se ha dedicado a defender la desobediencia de Trapero, que de ser sentenciado por ello ni tan siquiera pisaría la prisión, se le impondría una pequeña multa y una inhabilitación. Esa es la tesis que mantiene la Fiscalía General del Estado, es decir, la socialista Dolores Delgado. O sea, la tesis del gobierno socialcomunista.
Dos fiscales en el mismo juicio defendiendo dos tesis totalmente opuestas para un mismo acusado: uno, delito de sedición con lo que ello conlleva de años de prisión y el otro apoyando, porque así lo decide el Gobierno, un delito de desobediencia que deja al reo en la calle. ¡Un verdadero disparate! ¡Un escándalo vergonzoso a la vista de la ciudadanía y una verdadera humillación, una más, para  el Ministerio Fiscal!
El desenjaule del coronavirus nos está trayendo sorpresas inauditas, jamás pensadas hace tan solo tres meses atrás. Porque, aparte de los escándalos fiscales y de la Abogacía del Estado, se nos presenta también la Iglesia; más bien, con la Iglesia hemos "topao". Porque no se le ocurre otra cosa al cardenal arzobispo de Valencia, monseñor Cañizares, denunciar que las vacunas contra el coronavirus se fabrican con "fetos abortados". Se basa el cardenal en las mentiras de los antivacunas y está convencido de que el demonio está en medio de toda esta pandemia. Pues nada, que se junte con el presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, el cardenal catalán, pero de Teruel, amigo de los golpistas, y ya la tienen liada. A ver quién marca la equis de la Renta.
Es tan absurdo todo, como que el delegado del Gobierno en Madrid, Franco, se reuniera con Pérez de los Cobos, el coronel de la Guardia Civil cesado por Marlaska, porque no le daba los informes del 8M, para decirle que no estaba de acuerdo con que el ministro lo hubiera cesado. A renglón seguido va el tipo socialista e insulta al benemérito cuerpo calificando de "chapuza" el informe que los agentes judiciales realizaron para la juez Médel, que lo tenía investigado. Esa será otra historia, el porqué la juez lo investigó y, después, cierra el caso, aunque lo haya hecho de manera provisional.
Como resulta absurdo que día tras día, elEnterrador Simón, asesor científico del Gobierno socialcomunista, continúe sin exponer de manera clara cuántos fallecidos ha habido -y continúan- por el coronavirus y cuántos contagiados. Quizá, lo peor, es que ni él mismo se aclare. Nada de extrañar, cuando solo contaba con tan solo dos contagiados; ahora, las cifras lo abruman.

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