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lunes, 27 de julio de 2020

ElEnterrador, encantado de la vida

Pues, eso, que viva laPepa. Que para eso están los hijos de la Gran Bretaña para sacarle las castañas del fuego al gobierno socialcomunista de Sánchez. Al borde de una nueva pandemia y muchos posibles futuros confinamientos parciales de ciudades y regiones, a elEnterrador, Simón, no se le ocurre decir otra cosa que bienvenida la implantación de la cuarentena impuesta a los viajeros que lleguen a Inglaterra procedentes de España, porque para Simón es la manera de disuadir a los ingleses de que vengan a España y nos quitamos un problema de encima por los riesgos que correríamos de contagios importados. Igual dice de los belgas.

Ha regresado de vacaciones con las pilas puestas elEnterrador, que también ha reconocido que por los aeropuertos, y en particular el de Barajas, se cuelan muchos contagiados. Pues, ya ven, que seguro que a ustedes ya se les habían ocurrido, como a todos, las ideas de Simón, pero tan solo como posibilidades jamás como algo realizable. La diferencia con Simón es que esas dos ideas en concreto, y entre otras muchas más, jamás se nos ocurriría llevarlas a la práctica, cuando menos a exponerlas públicamente. ¡Que dirá, en particular, el sector turístico, prácticamente en quiebra, cuando debería estar en su momento más álgido! ¡Que viva don Simón seguro que no.
Lo importante, que no se entera el Enterrador, es que ninguna de las dos se hicieran realidad. Es decir que los de la Gran Bretaña no tuvieran base en la que fundamentar sus medidas contra España y que España impidiera por todos los medios que ni un solo viajero de los que llega a Barajas fuera fuente de contagio en nuestro país. Habría que concluir, entonces, que la lucha contra el coronavirus en este país se estaba haciendo bien. Pero, desgraciadamente, sucede todo lo contrario.  
EL gobierno de Sánchez va a volver a llegar tarde, mal y nunca a gestionar lo que se nos puede avecinar como otro confinamiento y otro estado de Alarma. Sánchez está queriendo descargar toda la responsabilidad en las autonomías y lavarse las manos, espantándose lo que para él debería ser un trauma mental y sentimiento profundo de culpabilidad por los más de cuarenta mil muertos de la primera oleada del coronovirus. Cuando las autonomías se ven superadas, bien por falta de medios, bien por incapacidad de sus dirigentes - como es el caso de Cataluña y Aragón-, o por ambas cosas a la vez, es el Estado el que tiene que tomar las riendas.
Cierto, y no nos cansaremos de repetirlo, que muchos de los brotes que han surgido en el país son culpa de la irresponsabilidad de muchos ciudadanos, principalmente jóvenes que pasan olímpicamente de acatar las normas, faltando al respeto y a la salud de los demás, de la población de riesgo. Son unos irresponsables, unos insolidarios, unos inconscientes porque les interesa. Hasta que la víctima no sea uno de sus allegados -padres, abuelos, hermanos, amigos- van a continuar en ese camino, que en muchos casos no es más que chulería de mierda. Pero, también existe culpa en muchos empresarios del ocio nocturno con ansia de ganar dinero, que se pasan por el forro todas las medidas de obligado cumplimiento.
Pero, para eso están los gobernantes, autonómicos o nacionales, para promover intensamente y hasta la saciedad campañas de concienciación, que, a la postre, serían más productivas y baratas que atender a los enfermos contagiados en los hospitales hasta colapsarlos. De eso tampoco están concienciadas las autoridades, que más parece interesadas en lavarse las manos, pero como Pilatos, que gestionar con dos dedos de frente la nueva crisis -sanitaria y económica- del virus que se nos avecina. También podrían los gobiernos autonómicos y el socialcomunista hacer cumplir las normas marcadas contra el coronavirus: poner las multas y la obligación de pagarlas. Muchas veces rascar el bolsillo, que escuece, da buenos resultados. Recuérdense los casos de los cachorros etarras, que cuando sus padres se vieron abocados a pagar el mobiliario urbano que destruían sus hijos, se acabó el problema. ¡No les gusta tanto recaudar! Ahí tienen una fuente de chorro de oro.

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