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martes, 28 de julio de 2020

Más fuertes, vale, pero en el trullo

Aquí, a lo Simón, elEnterrador. No hay mal que por bien no venga: los golpìstas, al trullo, sí, pero se libran de estar expuestos en la calle al coronavirus, que se extiende como la grama por Cataluña. La culpa, sin duda, de los contagios que no cesan, del energúmeno que se encuentra de manera ilegal al frente de la Generalidad, el neandertal. Los golpistas, ya digo, contentos de poder evitar el contagio, y así podrán disfrutar de buena salud. Entre las cuatro paredes y un techo, en teoría, porque más bien es donde tienen ubicadas su residencias y oficinas, que no terminaron de desmantelar, por un por si acaso, con buen criterio.

No se esperaban los golpistas que la retirad de la libertad mal conseguida les iba a venir desde los juzgados de la propia Cataluña; por eso, todavía les ha sentado peor, fatal. Confiaban en permanecer un tiempo más en libertad, hasta que resolviera el Supremo, la Sala II que los juzgó, la de Marchena. Les ha sentado como una patada en los huevos, aunque, bien mirado, le pueden agradecer la la juez de Vigilancia Penitenciaria, que los libre, ya digo, del contagio del virus, que se mueve a marchas forzadas por las calles de las ciudades y pueblos catalanes.
Su situación era descarada; nunca mejor dicho, de juzgado de guardia. Se han reído del tribunal, y su presidente, que los juzgó, se han reído del Gobierno socialcomunista, sus aliados, y del personal, de toda España, en definitiva. Miren el arrepentimiento que han mostrado por los hechos delictivos que protagonizaron: ninguna. Es más, han dado un mitin a la puerta de la prisión, antes de su particular confinamiento, advirtiendo de que volverán, y de que volverán a hacerlo, el delinquir, el intentar otro Golpe de Estado. Son unos verdaderos chorizos, que no se equivoque nadie. No son unos políticos encarcelados, son unos verdaderos delincuentes, que tratan de libarse de purgar su pena a través de las "chorizadas" de unos políticos, que también se han querido saltar la ley a la torera.
Y, además de todo, cobardes. Ya están algunos pidiendo la amnistía, mientras otros continúan enervando a sus seguidores e incitándolos a que incumplan las leyes, a delinquir por ellos. Cuando no, el fallo de la juez es un acto de pura venganza. 
O sea, que porque les obliga a cumplir la condena es una venganza. Por esa regla de tres, todos los chorizos que están en prisión por sus delitos están siendo víctimas de una venganza. Hasta tienen la desfachatez de asegurar que son "la dignidad que vimos en la calles el 1 de octubre", al referirse al referéndum ilegal. O lo más gordo, lo afirmado por el santo padre del golpismo, Oriol Yunqueras: los vuelven a encerrar por que les tenemos miedo. Vale, pues sí, claro, para él la perra gorda. Si tan valientes son, que no hubieran acudido a la prisión a reingresar; también habrían podido fugarse como el cagueta de elPuchi.

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