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martes, 14 de julio de 2020

Los golpistas, a la calle

Esto de la Justicia nuestra, alguien lo dijo hace tiempo, es una verdadera mierda. Una verdadera caca; un mojón, sin más. No han pasado ni nueve meses desde que los golpistas fueron sentenciados por sedición, algunos hasta a trece años de cárcel, y ya, prácticamente, están por la calle, riéndose de todo un país. O sea, que los condena un Tribunal, concretamente la Sala Segunda del Supremo, y los liberan los políticos afines, después de mantenerlos en prisión mejor, posiblemente, que en sus propias casas, con despacho y sala y horario de visitas particulares.

Desde que entre en vigor el decreto de la Generalidad catalana, que firmará el neandertal presidente de los catalanes, los chorizos, butifarras, delincuentes golpistas -nada de políticos- podrán salir a la calle desde prisión, a donde solo acudirán a dormir, de lunes a jueves; a partir del vienes, podrán pasar el fin de semana, felices y comiendo perdices, en sus respectivos domicilios. O bien, si no desean dormir en prisión podrán pernoctar en uno de los pisos que la Generalidad puede prepararles para que estén aún mejor. Todos juntos, con todas las comodidades, sin necesidad de estar por las noches entre barrotes. A eso se le llama reirse de España y, en particular, del Tribunal Supremo, de su Sala Segunda, de su presidente, el juez Marchena, que puta gracia nos ha hecho a todos los españoles. No le ha hecho falta a los golpistas ni amnistía, ni indultos. ¡Cómo se lo han preparado Sánchez, el neardental y la Justcia, que ni es Justicia ni es nada!
Sabía el juez Marchena que esto iba a suceder, más pronto que tarde. De hecho les preparó el camino para que así fuese. Su Tribunal los condenó por sedición -atendiendo a los requerimientos de la Abogacía del Estado, que, por cierto, bien hizo el ridículo, bien, durante todo el proceso- y no por rebelión, como pedía la Fiscalía General del Estado. Igualmente, Marchena ignoró por completo a la Fiscalía, cuando esta, que también preveía lo que iba a suceder, exigió al tribunal de Marchena un cumplimiento mínimo de condena por parte de los golpistas. Ni lo uno ni lo otro, ni rebelión, ni exigencia de cumplimiento mínimo de condena. Es que para el juez Marchena no hubo ni tan siquiera Golpe de Estado; fue una ensoñación. Y nos jorobó -por no decir que nos jodió- a todos con su visión romántica frustrada de la vida.
Lo de estos golpìstas delincuentes catalanes debe ser todo una ensoñación. Porque, vamos, el chiflado presidente catalán se sale siempre con la suya. Lo apercibió la Junta Electoral Central para que quitara durante el período electoral la publicidad golpista de los balcones de las instituciones oficiales y se lo pasó por el forro de sus cataplines -por no decir de los cojones-, se pasó a la Justicia por la entrepierna: no está inhabilitado y, además, le retrasan el juicio para no se sabe cuándo. Una juez da al traste con su orden de confinamiento por coronavirus de Lérida y siete pueblos de esa provincia e, igualmente, se lo pasa por el triángulo, con el apoyo -que ya le vale- del Gobierno socialcomunista. Y por si fuera poco, ahora deja en libertad a los golpistas, como el que no hace la cosa. ¡Loco, sí, el neandertal, pero nadie se atreve a meterle el dedo en la boca o a colocarlo en su sitio!
Esto ni es Justicia ni es nada: es una mierda. ¡Cuántos presos habrá en España con más derecho que los golpistas, al menos por tiempo de cumplimiento de pena, que siguen entre barrotes, muertos de asco solo de ver cómo a estos butifarros chorizos golpistas les han proporcionado una estancia más que agradable en prisión, hasta el momento de concederles lo que llaman el tercer grado, prácticamente la libertad total! 
Anda que no tienen ganas los independistas vascos de laPeneUve de ser ellos los que apliquen las competencias penitenciarias. Ya está el Gobierno de Sánchez acercándoles a los terroristas presos a las prisiones vascas, incluso algunos ya han recalado en las de las propias provincias vascas por obra y gracia del miserable ministro de Interior, Marlaska ¡Otra vez Marlaska! En menos que canta un gallo los tenemos a todos en la calle, a todos los asesinos etarras en la calle. ¡Blanqueados! Ni arrepentidos ni leches: en la calle. Y más de ochocientos compatriotas españoles bajo las tumbas, asesinados por ETA, por esos a los que Marlaska o laPeneUve pondrán, irremediablemente, en libertad.

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