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sábado, 25 de julio de 2020

Otro funeral de Estado

No hay que repetirlo muchas veces para hacerlo realidad. No. Todo lo contrario. Todo lo que se pueda decir del energúmeno presidente de la Generalidad catalana es poco. Día que pasa, día que aumenta exagerada y desmesuradamente el número de contagiados por coronavirus en esa comunidad autonómica de España. Y el payaso neandertal, que se parece mucho al payaso comunista Jócker en lo que se refiere a sus razonamientos, saca pecho y presume de su gestión en esta crisis que se le platea a su comunidad por el virus. Es tonto a rabiar. Francia ha recomendado encarecidamente a sus ciudadanos que no viajen a Cataluña y los periódicos del Reino Unido lo ponen a caer de un burro, o como un verdadero burro.
Aun así y todo, como los dirigentes catalanes proceden de una raza superior, allí no pasa nada; es más el coronavirus pasa de largo, aunque con miles ya de contagiados e ingresados. Y la Generalidad trata de vender la región a los turistas como un "lugar seguro". Es tanta la autocomplacencia de la gente de esa región que se pasan por el forro todas las recomendaciones sanitarias y, de nuevo, por segundo fin de semana consecutivo, los atascos de vehículos por las carreteras que conducen a las playas se han vuelto a producir, si cabe con más abundamiento. Nada, ya se sabe, las consecuencias a mediados de semana, donde como la pasada, no bajarán, como mínimo, de quinientos diarios los contagiados. Pero, la vida sigue, menos para los que se la trunca el virus, en muchas ocasiones contagiados por la imprudencia e insolidaridad de los demás, de los de comportamiento como verdaderos  energúmenos, que los hay, y cada día más.
Así nos va, con Francia, por ejemplo, con ganas de cerrar la frontera con la parte española de Cataluña y con el Reino Unido exigiendo cuarentena para todas las personas procedentes de España y que quieran entrar en ese país y con los países del norte de la Unión, recomendando que no se viaje a España bajo ningún concepto, por la grave peligrosidad que entraña el aumento incontrolado de contagiados del coronavirus, principalmente en Cataluña, Aragón, País Vasco, Extremadura y Murcia, entre otras regiones.
Pero, que no se duerma en los laureles la comunidad de Madrid. Ayuso está empezando a padecer falta de reflejos, y en la comunidad vuelve a aumentar el número de contagiados. Continúa sin hacer obligatorio el uso de mascarillas en todas partes, incluida la calle. Eso, miren, ya es una medida de libro, que tenía que estar implantada hace ya más de quince días. Luego nos lamentaremos. Y bien está que exija al gobierno socialcomunista de España que tape el agujero sin fondo abierto en el aeropuerto de Barajas para impedir el coladero de contagiados del virus: solo se están detectando cuatro casos de cada setenta y siete. Eso y la mala educación de mucha gente que transita por la dependencias de Barajas nos están costando ya más de un disgusto, porque no se puede permitir que nadie, ni una sola persona -¡mala gente la que hace lo contrario!-, circule sin mascarilla sin que nadie le obligue a colocársela. Ni una sola persona, nadie, ni tan siquiera los niños que, por su edad tienen la obligación de ponérsela.
Entre tanto, cierto, el gobierno socialcomunista permanece impasible y firme el ademán, sin imponerse a las comunidades autónomas, que están pifiando la gestión del coronavirus. Como sucedió en marzo, Sánchez volverá a llegar tarde. A los cincuenta mil muertos de la pandemia, en su primera fase, tendrá que sumar no se sabe cuántos mas, pero seguro que bastantes, si nos metemos en una segunda fase. Pero eso, a lo que se ve, le da igual; lo que le importan son los aplausos de los meapilas en el Parlamento. Lo demás se arregla con otro funeral de Estado.

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