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viernes, 3 de abril de 2015

La "madrugá", no la moverán

Allá, justo enfrente, estaba Antonio. Antonio Banderas, cuando era un "chico Almodóvar" ya prometía, y mucho. Ha llegado a lo más alto en lo suyo, allá, en las américas; pero pocas veces ha faltado a su cita anual con la Semana Santa, bien como hermano de fila, bien como hermano de acera. Ayer asistió al acto cumbre de la hermandad del Cristo de la Buena Muerte, en Málaga -su ciudad natal, de la que es el mejor pregonero y embajador-, y con los "caballeros legionarios" cantó el Himno de la Legión, que brazo en alto elevaban la imponente imagen de su protector, de su bendito Jesús.

El desembarco de la Legión en los muelles de Málaga y el posterior acto castrense-religioso resulta, realmente, emocionante. Con emoción lo vive también el actor, protagonista de decenas de películas, decenas de ficciones, pero con su propia realidad como persona, con su procesión por dentro -como todos-, de manera especial este último año. Pero, allí estaba, en primera fila, aguantando el tipo y los "selfis" que le solicitaban. Sin problema; lo importante era poder estar allí.
Con sus paisanos contempló la salida del Cristo portado por los legionarios, al son de las notas del Himno de España. Sobrecogimiento y silencio. Ni un silbido, ni una mala palabra. Respeto total y absoluto a un Cristo -a una religión, a una creencia, a una cultura, a una tradición, a una fe- y a unas notas musicales, que representan a un País, a todo un pueblo -de este a oeste y de norte a sur-, con sus virtudes y sus defectos. "Malquepese a algunos".
Lo que en la mañana de Jueves Santo se produjo en esa plaza malagueña fue uno más de los muchos, de los cientos de actos que se vienen desarrollando desde el Domingo de Ramos, día tras día -que culminarán en el Domingo de Resurrección- en miles de pueblos y pueblecitos y en casi todas las ciudades de nuestra geografía nacional: unos con más fama y otros totalmente ignorados -pero no por ello menos importantes-, herencia de los padres y de los padres de sus padres, y más. Antonio Banderas era este Jueves Santo un ciudadano, y todos a la vez, recogiendo y manteniendo el legado y la fe de sus mayores.
Con el romper de la "madrugá", la que sigue a la noche en la que el país entero permanece despierto, comienza el dolor y el velatorio más largo, donde lo popular y lo oficial se funden en verdadero luto, en espera de la Resurrección. Vendrán tiempos mejores. Llega la Pascua.
El ciclo, este ciclo muy importante en la existencia de este nuestro país, se volverá a repetir, muy probablemente, el año que viene. Lo contrario sería la gran satisfacción de esos hijos de la ira, que ya han dejado entrever sus intenciones, los que pese a haber renunciado momentáneamente a ello volverán a intentarlo, y ahora quieren refugiarse en el Santo Padre para mentir, para manipular de forma vil. Buscarán la ocasión propicia y lo volverán a intentar, porque a estos energúmenos no les importan los medios que tengan que utilizar para lograr sus fines; el principal de ellos, destruir. Historia, Arte, Ética, Estética. Y fe. No los moverán. No podrán.

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