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domingo, 24 de mayo de 2015

"Estoy cansada de vivir"

"Estoy cansada de vivir". No es el título de una película, ni de una novela, ni de una canción. Se trata de una cruda y cruel realidad. Era el mensaje de despedida de sus amigas por WhatsApp de una niña de dieciséis años, que el viernes se suicidó arrojándose desde un sexto piso. La niña sufría discapacidad motora y otra intelectual. Desde hacía algún tiempo estaba siendo acosada por un compañero del instituto donde ambos estudiaban. El joven le exigía que le diera dinero y le remitía mensajes intimidatorios a través del teléfono.

Fue la propia niña la que avisó a sus profesores de lo que le estaba sucediendo y de lo que estaba sufriendo. Y fueron los profesores quienes avisaron a las familias del hecho: a la de la víctima y a la del acosador. La familia de la niña presentó denuncia ante la policía, mientras que la Consejería de Educación afirma desconocer lo que estaba sucediendo. La dirección del centro había puesto en marcha el protocolo obligatorio para los casos de acoso; pero, lo cierto es que contaba con una orientadora donde tenía que haber cinco, como es el caso de este centro con 1.200 alumnos.
Lo que resulta evidente es que la tragedia ocurrió. Una niña discapacitada, madrileña, del barrio de Usera, decidió quitarse la vida, porque un compañero de instituto hacía que su existencia fuera insoportable: "estoy cansada de vivir". Una niña, buena compañera, protectora de su hermano pequeño, se vio obligada a trabajar "cuidando a gente mayor" para poder recolectar el dinero que el malvado de mente retorcida le obligaba a entregarle.
No era, al parecer, la única alumna del instituto a la que acosaba el compañero; pero sí fue ella la única que tuvo la valentía de comunicárselo a los profesores. Ahora ella ya no está. ¡Cuánto dolor acumularía, la pobre; cuánto sufriría día y noche para llegar a tomar esta fatídica decisión-solución! La joven fue valiente denunciando el hecho, pero de muy poco le sirvió. Ella -una joven anónima- se ha ido, ha dejado a sus padres y a su hermano destrozados y un por qué no se actuó, cuando todas las partes implicadas conocían lo que sucedía y quién era el instigador. Parece la crónica de una muerte anunciada, que nadie remedió.
Hace poco más de un mes se producía otro hecho execrable en un instituto, cuando un joven mató a un profesor con una ballesta. El presunto homicida, empedernido seguidor de "The Walking Dead" fue ingresado en un hospital para un reconocimiento, y ya. Bien tranquilo estaba él -"el niño de la ballesta"- sabiéndose menor. Quizá el acosador de la niña de Usera sea seguidor de alguna serie televisiva; pero, también es menor, aunque nada se sabe de que pueda tener un "brote psicótico" continuado.
El hecho de que todos -Asociación de Padres y Madres, profesores del centro, las familias de los dos jóvenes, la policía-, excepto, parece ser, la delegación de Educación, supieran a ciencia cierta quién era el acosador, resulta incomprensible que pudiera seguir en el centro campando a su anchas y ejerciendo libremente la "profesión", que le resultaba lucrativa.
No puede ser, no, y debemos negarnos a que esto vuelva a suceder. Es aquí donde los políticos entran en "danza". Ninguno, que se sepa, ha hablado de este caso; había cosas más importantes que hacer y que decir. Sin duda, el ideario de los políticos, tanto de los nuevos, como de los de antes del 78, tiene que actualizarse en esta materia. El suicidio de esta joven ha sido una triste y penosa realidad, pese a que se haya querido ocultar; no ha sido la ficción de una serie de televisión. ¡Que ustedes voten bien!

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